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TALENTFULLNESS INSTITUTE
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LA ECUACIÓN BÁSICA DEL TALENTO
El que el futuro del trabajo fue uno de los 7 temas centrales de la agenda del Foro de Davos de 2020. Allí se previó (en modo pre-COVID) que, durante 2020 y como consecuencia de la transformación digital, desaparecerían 7 millones de empleos; que el 65% de los trabajos que ocuparán en los próximos años las personas de la Generación Z (que hoy, como mucho, tienen 23 años), aún no existen; y que el 38% de los empleadores en el mundo tienen dificultades para encontrar profesionales con las habilidades necesarias para ocupar diversos puestos.
Tenlo claro: la sustitución de empleo analógico por empleo digital y el desajuste entre oferta y demanda de talento, más pronto que tarde influirán, directa o indirectamente, sobre tu presente y futuro profesional. En este nuevo escenario del siglo 4.0, la inversión más rentable no la ofrece una sucursal de CaixaBank, sino la gestión y desarrollo de tu talento. Tu patrimonio profesional equivale al valor de tu talento. Y este valor depende, no tanto de tu Currículum Vitae, sino de tu Currículum Talentae, el cual se escribe gestionando sus 7 Cs: las 4 que suman, la que multiplica, otra que potencia y la última, que es el resultado.
Con frecuencia, adopta la forma de titulaciones y certificados. Hay quien los enmarca, eso sí, a juego con el color de las cortinas, y los cuelga en la pared. Tantos que en 2001, la RAE incorporó titulitis a nuestro diccionario. Adornan y decoran, pero, según como, poco más. Es el background teórico con el que sales de la facultad y por tanto, los cimientos de tu carrera profesional. Es el kilómetro 0 del talento; ni más, ni menos: graduarte en Derecho no equivale a ser abogado; ni mucho menos a ser un buen abogado.
Son tus capacidades, aptitudes, habilidades y destrezas prácticas que necesitas aplicar en el desempeño de tu puesto para contribuir al logro de tus objetivos. Es como la juventud: se cura con la edad y, sobre todo, con la experiencia profesional.
Es tu motivación interna, tu grado de implicación y disposición para hacer tu trabajo. Determina el esfuerzo que estás dispuesto a aportar y durante cuánto tiempo, es decir, tu grado de sacrificio. A lo que no dediques tiempo y energía, no sucederá: tú decides.
Dice el refranero que ni sin yunque el herrero, ni sin banco el carpintero. Son los recursos humanos y no humanos que necesitas (y de los que dispones o no) para empoderar tu desempeño profesional y estar en disposición de lograr los resultados esperados. Para calibrar su importancia, una frase atribuida a Lincoln: si dispusiera de 8 horas para cortar un árbol, emplearía 6 en afilar el hacha.
Matemáticamente por tanto, la ecuación del talento se expresa así:
T = (C + C + C+ C) = 4C
Estas 4c que suman son condiciones necesarias, pero no suficientes del talento. Además de saber, saber hacer, querer y poder hacerlo, hay que hacerlo: el talento es, por definición, talento en acción.
Se refiere a tu desempeño profesional, a las acciones concretas que emprendes y que te permiten lograr resultados. Esta dimensión multiplica el valor de las 4c que suman porque está vinculada con la resolución de problemas prácticos, que son los que se resuelven haciendo cosas. Es tu inteligencia ejecutiva, esa con la que ordenas y gestionas el resto de tus capacidades y con la que estructuras tus proyectos. Por tanto, determina tus éxitos y fracasos. Así pues, si presionamos la tecla F5 de la ecuación del talento, tenemos que:
T = 4C x C
Pero, como sabes, los resultados que acabas logrando con todo lo que haces no depende solo de ti, sino también de lo que te rodea. Porque, también por definición, el talento es talento puesto en contexto.
Se refiere al entorno laboral en el trabajas: esencialmente, tu equipo de trabajo y tu organización. Cada entorno constituye un ecosistema profesional particular y singular que potencia el desarrollo del talento, o todo lo contrario. Por eso, el contexto actúa como exponente: multiplica el valor del comportamiento tantas veces como más (o menos) sinérgico sea para la atracción, desarrollo y retención de talento. Presionando nuevamente F5, obtenemos que:
T = 4C x C elevado a C
Se refiere al valor de tus resultados y aportaciones profesionales en términos de utilidad o beneficios para tu equipo de trabajo y tu organización (valor interno) y para los clientes y/o usuarios finales (valor externo). Con frecuencia, aunque no necesariamente, este valor coincide con la compensación recibida, sea o no salarial. Así pues y para finalizar:
T = 4C x C elevado a C es IGUAL a CV
siendo así que tu Currículum Vitae (CV) equivale a la historia de tus contribuciones de valor (Cv) y por tanto, equivale a tu Currículum Talentae (CT).
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